A un día de que la irrupción de un convoy del crimen organizado desatara el terror entre sus habitantes, la calma volvió al municipio, ubicado a 130 kilómetros al sur de Monterrey.
Los negocios volvieron a abrir sus puertas y la población salió de nuevo a las calles, dándole a la ciudad un aspecto totalmente opuesto a la desolación, que se vivió ayer con negocios cerrados y vialidades vacías.
El Ejército patrulla las calles con vehículos artillados y la música ha vuelto a escucharse en la plaza principal, ubicada frente al Palacio Municipal en remodelación.
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